Es
cómo cuando escuchas esa canción. Estás triste y la pones. Acaba y
la vuelves a poner. Y no te cansas, porque cada vez es cómo si
escucharas una diferente, diferente sentimiento, diferente imagen
mental. Y no lo entiendes, pero la sientes. Sientes como el corazón
te late más rápido, tus músculos se relajan, te sientes más
libre, te sientes flotar lejos de tu cuerpo. Y estás tan relajada
que lloras; porque lo necesitas; porque esta canción que escuchas te
llena y eso te gusta, pero también odias. Te hace recordar, y esto
te entristece, te acerca al abismo de sentimientos perdidos. Y de
pensamientos. Y de miles de preguntas que ya no tienes fuerza para
mantenerlas. Millones de preguntas flotan por tu cabeza buscando
respuestas que nunca encontrarán. Y te sientes mal, sientes que no
podrá ocurrir. Y esto te hace llorar con más rabia. Pero tienes que
relajarte y dejar de pensar. Tienes que sentir la música y olvidarte
de olvidar, recordar que no debes recordar, y solo escuchar la
música, esas notas, esa letra, esa canción que te entra hasta el
abismo de tu propio corazón que late una vez más por última vez...
Sueño de Luna
No hay comentarios:
Publicar un comentario