Sumida en tinieblas espera que llegue el día de nuevo para no encontrarse en una pesadilla de la que no sabe como despertar, en la que el miedo le gana la partida una vez más. Escucha los truenos cada vez más cerca, y en pocos instantes unas gotas caen sobre su cabeza resbalando por su hombro descubierto hasta romperse con el suelo. Las lágrimas propias se mezclan con las lágrimas del cielo que, una vez más, parecen ayudarle a esconderlas.
Sueño de Luna