El mundo girando sin poder evitarlo, los días pasando y las noches llegando, esas noches que pasan sin darse cuenta, sin saber que ocurre cada vez que aparece esa luna en el firmamento. Anhelaba muchas cosas diferentes desde que empezó a prometer lo que nunca debió cumplir. Utilizó todo lo que era capaz de sentir, de hacer aparecer, toda la magia de su ser estaba metido en aquel pequeño objeto que llevaba en ella día sí y día también. Pero algo aparecía, algo hacia que perdiera su poder, su fortaleza, su manera de vivir dentro de su propio castillo encerrado. Algo que le hacia volverse débil, inocente, que le volvía puro su propio corazón, aquel que anhelaba no serlo una vez más. Siguió utilizando toda aquella fuerza que poseía hasta que la acabó por consumir, por quitar hasta la última gota de locura, de magia, de poder propio, despareció una vez más de ese mundo que había creado dentro de ella, de su fortaleza, de aquella que construyó una última noche.
Sueño de Luna